El gran engaño del IPC

El gran engaño del IPC

Aquello que nos asusta cuando sube y nos alegramos cuando baja: El IPC. Si bien nos acostumbramos a su existencia, hoy por hoy pocos se preguntan cómo se calcula esta cifra que define el costo de vida de millones de personas.

Puedes revisar tu celular un día y ver en las noticias que la inflación está controlada, pero el sueldo ya no te alcanza para el supermercado, para pagar las cuentas, para el arriendo, y poco y nada sales los fines de semana. Entonces entiendes, el IPC está midiendo otra realidad.

¿Qué es el IPC?

El Índice de Precios al Consumidor, se encarga de mostrar cómo suben o bajan los precios a lo largo del tiempo, midiendo la inflación y en Chile se calcula mensualmente por institutos de estadísticas, como el INE.

Generalmente se usa para ajustar sueldos, pensiones, contratos y cosas de ese estilo, aunque también para políticas económicas de gobierno y calcular el poder adquisitivo. Básicamente mide la realidad de las personas en su costo de vida. O eso nos dicen.

El espejismo de la estabilidad

El IPC se enfrenta a debates entre economistas, pues por ejemplo, en Suiza celebraban hace poco que la inflación llegó a -0,2% y todo parecía perfecto, pero mientras los números parecen bien, todo pareciera costar más, entonces aparece la pregunta: ¿El cálculo del IPC está lleno de ajustes que lo hacen ver más bajo de lo que es?

El IPC se calcula sobre una canasta de productos que mide los precios de lo que la gente consume día a día como el transporte, alimentos o salud, el tema es que cuando un producto se vuelve demasiado caro, las personas lo reemplazan por otro más barato.

Si el consumidor cambia de producto, el índice también lo hace, y en la práctica eso borra la pérdida real de poder adquisitivo. No es que la vida se mantenga barata, es que estás comprando algo distinto y más barato porque ya no puedes pagar lo mismo.

Los ajustes de calidad

Otro engranaje que se suma a todo esto, son los ajustes de calidad, pues si un producto mejora tecnológicamente, el alza de precio no se considera inflación. Quizás un auto hoy en día cuesta más que hace 10 años, pero no es por la inflación, dicen, es por todo lo que trae.

Lo mismo pasa con los celulares: El nuevo modelo cuesta casi el doble que el primero, pero tiene una mejor cámara, por lo que el aumento no se considera inflacionario. El resultado aquí es que los precios suben, pero el IPC dice que no. Se asume que la calidad “compensa” el alza, aunque tu billetera piense lo contrario.

Vivienda y salud: los grandes agujeros del índice

En muchos países pasa que el costo real de la vivienda no se mide directamente, por ejemplo, en Estados Unidos se usa un cálculo teórico en el que se estima cuánto pagaría un propietario si arrendara su propia casa. Mientras los arriendos se disparan, este cálculo mantiene controlado el IPC.

Y eventualmente estas artimañas pasaron factura hasta en Chile, como lo pudimos observar en el reciente caso del costo por la electricidad. Por meses la luz subió descaradamente, lo suficiente para tener miedo de salir durante el día por temor a que nos cobraran la luz del sol.

El impacto fue inmediato y los bolsillos lo sintieron, lo curioso es que al revisar los cálculos, se descubrió que había errores en la forma en la que se midió la variación de precios, razón que afectó directamente al IPC.

Por lo que podríamos catalogar como un problema técnico y metódico, todos los datos del índice se vieron afectados más de lo que correspondía, terminando en una inflación artificialmente alta durante un mes, y más baja al siguiente.

Producto de esto, muchos consumidores quedaron confundidos, y los expertos y analistas, sin saber cómo explicar estas variaciones en los costos finales. Algunos culpaban a la derecha, otros a la inflación, pero todo estaba en la forma en la que se midió el IPC.

Y si bien se detectó y nos devolverán un par de lucas con el tiempo, la paradoja es que por mucho que se corrigiera, el precio de la luz sigue siendo un peso importante en la vida de las personas, sin tener un índice estadístico que capture ese pesar, porque las cuentas siguen llegando, siendo siempre más caras que las anteriores.

La inflación invisible

Entre tanto cálculo para recortar los gastos, sustituciones de productos por otros, ajustes de calidad y otros detalles, lo que se obtiene no es realmente un reflejo de la vida, sino una versión deformada de la verdad.

Una mentira disfrazada de titulares que apuntan a que todo está bien, pues el IPC bajó, hay que celebrar, pero mientras la estadística oficial logra mantener la calma, las personas nos ahogamos en la cruda realidad sin entender qué hay detrás de la mentira.

Y cada mentira, solo es una deuda más. Una deuda con la verdad. Pues cada vez que te dicen que la inflación está controlada, pero los precios en el supermercado te patean en el piso, las personas comienzan a preguntarse qué está pasando realmente.

Si quieren la verdad, si creen que pueden manejar la verdad, es que el Índice de Precios al Consumidor está diseñado para mirar desde lo alto, no desde el bolsillo de las personas. Está hecho para que se nos pueda decir que todo está bajo control, pues así lo indica el IPC.

Economistas reconocidos lo han llamado “sesgo metodológico”, pero otros directamente una refinada y elegante forma de disimular el deterioro del poder adquisitivo de las personas, mientras la brecha entre los números oficiales y la experiencia cotidiana, sigue creciendo.

El famoso IPC cumple una función, por más técnica que sea, pero no es un fiel reflejo de la realidad, no muestra lo duro y violento que a las personas les cuesta vivir. Cuando veas por ahí que la inflación bajó un 2%, entre cierra los ojos y sospecha, porque quizás te están mintiendo descaradamente con un titular que promete calma al pueblo, mientras Roma se incendia.

Puede que los precios no estén quietos, sino que el truco estadístico esté funcionando mejor que nunca. ¿Sabías esto sobre IPC? Cuéntanos en X sin miedo qué opinas al respecto, y recuerda que en Ig subimos contenido nuevo todas las semanas, para que nunca te asuste no saber algo en esas conversaciones de pasillo.